Teoría de género y teoría queer: refutadas
TEORÍA DE GÉNERO REFUTADA.
* Texto escrito por Chiara Atzori, director médico del Hospital Atrzori, miembro de la Asociación Ciencia & Vida, Milán.
Palabras preliminares
Es bueno recordar que no hay pensamiento sin un cuerpo y no hay cultura sin cuerpos reales preexistentes. La persona humana es "sustancia individual de naturaleza racional", es sexuada (existe en forma de hombre y mujer), es relacional y social (como la definieron muchos, a partir de Aristóteles), está dotada de palabra y capacidad simbólica, es capaz de dirigir sus impulsos de acuerdo con los valores libremente elegidos. Son todas características de la experiencia común, en la que creo que todos podemos converger. La teoría del género se opone a este concepto del hombre, creyendo que puede ignorar lo "biológico" y sus consecuencias sociales, tomando como principio la idea "yo soy lo que siento y quiero ser": de aquí derivan las variantes de género a la revolución Queer.
1. El individuo según la teoría de género
Según la teoría de género, el hombre es una "máquina deseante" (Guattari-Deleuze), alimentada por impulsos no filtrados por la razón, que no se puede comparar con el principio de la realidad, es decir, con los límites y con las consecuencias sociales de su deseo; su deseo (lo que sea que sea) es el epicentro de su ser. El individuo es un sujeto indefinido que debe garantizarse en sus deseos con la ayuda de la tecnociencia, capaz de modificar el cuerpo más allá de las limitaciones de lo biológico. El reclamo de una identidad autodeterminada subjetivamente se convierte en un derecho real, la indefinición "fluida" se convierte en un "derecho incoercible" legislativo.
Persona según el género:
2. De la teoría al compromiso político
Una figura de referencia para la teoría de género es Judith Butler, representante del lesbianismo militante radical de género, que comienza con una suposición absolutamente incorrecta, como se ha demostrado en la ciencia, definiendo el hermafroditismo como algo natural "en cuánto ocurre en naturaleza". Este ser "ni masculino ni femenino" se convierte en un paradigma para ella de lo que seríamos: una variante tratante. Dada la imposibilidad de definir normatividad, cada definición de norma se reduce a una arbitrariedad, a un ejercicio de poder. Para J. Butler, el género es "performativo". El concepto de "performativo" indica una repetición de actos que generarían culturalmente una definición que en sí misma es artificial; al modificar los actos (es decir, al realizarlos de manera diferente), uno puede crear una tipología diferente, una interpretación diferente: la realidad es exclusivamente una interpretación performativa, sin fundamentos objetivos y objetables.
Siempre según Butler, cada interpretación, sin embargo, también tiene un valor opresivo, es decir, expresa un modo de poder (hasta ahora androcéntrico, patriarcal, hetero sexista...). Para liberarnos de esta opresión, debemos "actuar" de manera diferente, deconstruyendo el modelo que hasta ahora se ha considerado culturalmente dominante. En la lectura de Butler prevalece la idea de que la diferencia siempre implica desigualdad y, por lo tanto, siempre introduce la dominación y la opresión (en línea con la derivación materialista-marxista). De aquí la invitación a la deconstrucción del género y el sexo, en cuanto también ellos derivan de una (compleja) construcción cultural.
La deconstrucción (deshacer el género) tiene lugar a través del juego de roles, el neo-lenguaje, la manipulación del cuerpo, la vestimenta, el habla, los códigos de conducta "para reformular la realidad", o para realizar un proyecto político y militante. Lo que hay que destacar es el cambio de un pensamiento académico, alejado de la realidad y parido por un estrecho número de filósofos nutrido de cultura 68', a la política de los años 80 y 90, sobre la base de esquemas de lobby bien financiados destinadas a garantizar la presencia de representantes del proyecto de género en áreas tales como el Congreso de Estados Unidos, la ONU, el Parlamento Europeo, con recaídas siguientes a catarata en todos los Estados nacionales, con un mecanismo impositivo basado en el uso de la neolengua cuyos efectos se manifiestan a través la producción de juicios y leyes.
Curiosamente, una teoría que niega la normatividad y la existencia de reglas, persigue la afirmación de sí mismo, a través de la imposición de reglas que son las mismas para todos, es decir, a través de la ruta legal. En resumen, la teoría de género: a) niega que la realidad sea objetivamente cognoscible; b) teoriza sobre la disolución del concepto de fisiología/norma y patología/desviación; c) pretende activar una revolución antropológica y sociopolítica basada en la deconstrucción cultural.
3. Algunas raíces culturales de la teoría de género
La teoría de género se construye a través de la contribución de algunos estudiosos. Básicos son ante todo los estudios de Alfred Kinsey sobre los comportamientos sexuales de los americanos por primera vez, propone a los "tipos Kinsey": G. L. B. (iniciales de gay, lesbianas y bisexual). En los estudios de Kinsey- estropeadas por una serie de sesgos metodológicos que no podemos detallar ahora - el comportamiento bisexual se presenta como equivalente al modo heterosexual y el sujeto humano no se destacan por ser "macho" y "hembra", pero es reducido al tipo de comportamiento sexual que él elige adoptar. Podemos en tal modo hablar de "ontologización" del comportamiento sexual. Un segundo paso es constituido por la clamorosa alarma anti-cientifica, que pospone al rol de la pseudo-ciencia en la formación de la opinión pública, del doctor John Money (1921 -2006) basada sobre el presunto experimento de asimilada re-educación de género: la posibilidad de "construir" a una mujer "cultural" a partir de un macho biológico.
Su suposición era que el género se construye y que, por lo tanto, la percepción y la manifestación de uno mismo como hombres y mujeres son el fruto de una construcción cultural y educativa, es decir, de una manipulación. Si tomo un individuo biológicamente masculino y lo educo desde temprana edad de acuerdo con los cánones femeninos educativos y culturales, lo haré una niña. Este fue el llamado 'experimento de Reimer' gemelos que ha sido promocionado como un bello éxito - después de años (sin terminar) de solicitudes de aclaración sobre los lados oscuros de lo que se dijo - en el 93' Milton Diamond demostró que era un falso "éxito". La actividad llevada a cabo por el equipo de Dr. Money en Johns Hopkins, en la clínica durante el llamado cambio de sexo, fue sometido a búsquedas exhaustivas y la clínica estaba cerrada por la alta tasa de suicidio, depresión grave, sin embargo, las complicaciones y la insatisfacción existencial de "casos" tratados.
Lo primero es la llegada de la píldora estro-progestacional del doctor Pinkus (1959) que, con su investigación alentada por Margaret Ranger (la madrina de la "liberación de las mujeres de la esclavitud de la reproducción"), divide el sexo de la procreación. La revolución de la píldora no consiste tanto en el descubrimiento de poder manejar la sexualidad por medios farmacológicos despejando el campo de las consecuencias procreativas del acto genital, pero cuánto en la fractura entre sexo y procreación.
El segundo evento, muy cercano en términos de tiempo, es la considerada procreación médicamente asistida (PMA): gracias a la Fertilización In Vitro con Embrio Transfert (IVF), nace Louise Brown, la primera niña en probeta. Estamos a finales de los años Setenta con el Dr. Edwards. La FIVET es aclamado como una intervención médica eficaz para tratar la infertilidad, pero pronto se convierte en la modalidad, técnicamente accesible, para afirmar que no nos son más necesariamente padre/madre/hijo sino la concreta posibilidad de engendrar al "hijo del deseo".
4. Sexo y género
'Cisgénero mujer: ¿quién es ella? Esta es una mujer "normal"; para la teoría de género, es una persona que tiene un sexo biológico femenino, una identidad de género femenina y que es atraída por otra persona de distinto sexo (por lo tanto, masculino) y se "manifiesta" incluso públicamente en un rol femenino. El cisgénero por lo tanto tiene "en eje" el sexo biológico, la identidad de género, la orientación sexual y el rol. Estar "en eje" entre todos los varios aspectos en que el concepto de sexo (que se dice que ha sido reemplazado) se ha roto correspondería a ser "cisgénero". Una vez habría dicho sencillamente "soy mujer", hoy en cambio tengo que decir que soy un "cisgénero" mujer: es aquí dónde nos ha llevado la neolengua del género, con su deflagración de sentidos con su deflagración de significados en caleidoscópicas posibilidades. Naturalmente análogas consideraciones similares valen por el concepto de hombre confrontado con cisgénero hombre (respetemos la igualdad!).
5. Integración de factores biológicos, psíquicos y culturales
Incluso la forma del cuerpo, sin decir ninguna palabra, habla de "diferencia", y es reconocible en dos formas peculiares, más allá de las características irrepetibles vinculadas a la singularidad individual (y esto también se aplica a gemelos "idénticos"): los cuerpos tienen un sentido binario que recuerda de inmediato la relación simbólica (puntiaguda, perforada ...), más allá de los discursos sobre los propios cuerpos. Si miramos un cuerpo masculino y un cuerpo femenino, los vemos diferentes; somos capaces, no solo con todos los sentidos activos, pero también en el caso de déficits sensoriales específicos, de percibir diversidad que confirman la diferencia sexual y dirigen hacia la intuición de una "natural" complementariedad.
El sexo biológico es relacional: no se produce a un nuevo individuo si no hay preventivamente una relación entre diferentes entidades previamente separadas, que coinciden con el principio masculino y femenino (espermatozoide y óvulo). Esto también es bien conocido por la tecnociencia. Este aspecto unitario, relacional y sexual, necesario para la identidad (del resultado diferente del encuentro de los gametos que llevan X o Y), se repite también en la relación prenatal entre la madre y el feto: es un hecho que el concebido para desarrollar , mientras el útero artificial no exista, necesita un cuerpo "anfitrión", por lo tanto, una relación con un cuerpo que no sea neutral, sino "cavitado", morfológicamente y dinámicamente habilitado a esta hospitalidad, un cuerpo necesariamente femenino.
Científicamente hablando, es evidente que la diferencia conduce el desarrollo: en presencia de una Y se averigua aquella serie de cascadas de tipo bioquímico (la activación y desactivación de proteínas) que llevan al desarrollo de testículos en lugar de ovarios, y a la producción de sustancias hormonales especificas (andrógenos) que vacilan en una forma de cuerpo masculino (fenotipo) en lugar de una femenina. No puedo detallar más, pero los invito a que no olviden que el proceso de embriogénesis masculina o femenina está determinado sobre todo (pero no solo) por la ausencia o presencia de Y; por lo tanto, la diferenciación sexual surge principalmente de la presencia de un discriminante que es la presencia de ese pequeño cromosoma llamado Y.
No es un detalle de poco, porque del punto de vista biológico lo que ocurre es que este pequeñísimo cromosoma regula cosas importantes, es decir principios de diferenciación que conducen de manera divergente el desarrollo en sentido masculino o femenino del embrión. Este proceso de sexuación biológico sólo ocurre en determinadas condiciones fisiológicas: muchos otros factores (genes), no atados al cromosoma Y, contribuyen al desarrollo y se pueden alterar, causando derivas variadas que veremos más adelante hablando del síndrome de Morris (CAIS, completa insensibilidad a los andrógenos y PAIS, parcial insensibilidad a los andrógenos).
El proceso de la sexualización prenatal no concierne solo a la forma del cuerpo como a la exterioridad, sino que concierne a la organización de todos los órganos y en particular de ese órgano "especial" que es el cerebro. Pero debemos tener en cuenta que cualquier cambio en la fisiología que vaya en el sentido patológico también tendrá una influencia en lo que se llama la sexualización del cerebro. Antes de hablar, tenemos un cerebro sexuado: la formación, el enlace, la organización y el funcionamiento de las neuronas en sentido masculino o femenino diferencia el cerebro masculino de aquel femenino desde antes del nacimiento. Este proceso de especialización del cerebro sexuado continúa en pistas paralelas, a través de la pubertad y durante toda la vida, con procesos endocrinológicamente distintos y evidentes en sí mismos en su diferencia, especialmente desde la pubertad.
6. De la fisiología a la patología
La República del 25 de mayo de 2014 ha publicado una página amigable al género que, en síntesis, ha sustentado que el ser humano es cada vez más unisex y que hace falta decir adiós al macho y hembra porque masculino y femenino serán cada vez menos diferentes. Se han presentado varias situaciones - consideradas como "equivalentes" - a cuyo extremos han sido puestos una "súper mujer" (y no simplemente una mujer) y un "súper hombre". Entre estos dos extremos se han colocado diversos tipos de situaciones patológicas, consideradas sin embargo como variantes "naturales".
7. Los trastornos del desarrollo sexual
Existe, por ejemplo, el síndrome de Morris, que afecta a 1 de cada 40,000 personas: hombres que se parecen a las mujeres, que tienen cromosomas numéricamente normales, pero a nivel del ADN tienen una anormalidad del receptor, ese es el mensaje normalmente secretado por las gónadas (la hormona llamada testosterona) no es recibida correctamente por los órganos que deberían recibirla: la deficiencia del receptor puede ser completa (entonces el síndrome se denomina CAIS, insensibilidad completa a los andrógenos) o parcial (PAIS, insensibilidad parcial a los andrógenos), lo que ciertamente crea ambigüedades sexuales. Estos deben leerse correctamente, es decir, como problemas de tipo patológicos.
Por lo tanto, los estados intersexuales no son un tercer sexo; están en algunos casos atados a una problemática patológica del desarrollo normal de los receptores delegados, en este caso los andrógenos.
Otro aspecto sobre el cual es necesario aclarar es que en la "disforia de género", la llamada "transexualidad" por la cual una mujer cree que es un hombre o viceversa, no tenemos anomalías desde el punto de vista del desarrollo biológico, pero se trata de una des-percepción psicológica del sujeto frente a una normalidad genética, hormonal, receptorial, confirmado también por datos recientes: las anomalías genéticas relacionadas con las hormonas sexuales no pueden vincularse con la disforia de género, por lo que debemos abandonar la idea de que la persona "transexual" sea así a causa de una enfermedad orgánica, hormonal.
8. Cuerpo, psique, cerebro
Si una parte biológicamente importante de nuestro cuerpo está "herida", ¿puede este hecho ser irrelevante desde el punto de vista psicológico? Hay más de un estudio dirigido a responder esta pregunta que destaca cómo las patologías del desarrollo sexual se asocian significativamente con altos niveles de patología psicológica. Como si dijera: si no estoy en la correcta "forma" biológica del cuerpo, no me siento tampoco bien psicológicamente.
Como ya he señalado, el sexuación es un acontecimiento que interesa al cerebro, un órgano que del punto de vista biológico se presenta plástica y vulnerable durante toda la vida y es, sin duda influenciada por múltiples factores como el comportamiento, la repetición, el almacenamiento, la voluntad más o menos ejercitado, pero también por productos químicos, drogas, hormonas, enfermedades como la diabetes, la hipertensión, el colesterol. El bienestar y el malestar que experimenta el cuerpo "periférico" repercute en el cerebro como un psiquismo.
Enfatizo que el cerebro no es "neutral" sino que es el cerebro de un hombre o el cerebro de una mujer, porque los cerebros no son unisex, sino que pertenecen a organismos biológicamente sexuados. Tenemos áreas del cerebro que están altamente diferenciadas e interconectadas en el sentido masculino o femenino, al punto que es el mismo cerebro a conducir el "ritmo" hormonal, lo que luego experimentamos "periféricamente", (la lunar ciclicidad femenina - la alternancia estro-progestacional) antes que el relativo "estacionario" andrógeno masculino: el hombre siempre es "productivo" en sus niveles hormonales, aunque con un plano ligeramente inclinado, disminuyendo con el avance de la edad, pero no podemos hablar de una ciclicidad como en el mujer en su etapa de vida fértil, entre la menarquia y la menopausia.
El ciclo es una consecuencia de la actividad cerebral, modulada por el cerebro a través de un pedúnculo llamado hipotálamo, que es una zona de transición entre el cerebro y el área neuroendocrina, que a su vez se comunica con el resto del cuerpo a través de las hormonas. Estos son productos químicos secretados por el cuerpo que circulan en la sangre y actúan de forma remota en todo el cuerpo, volviendo a influir en el cerebro mismo con mecanismos de retroalimentación. Hay una continua comunicación entre centro y periferia (con retorno); también somos relacionales en nuestro interior, es decir, hay un "mensaje" continuo entre el cuerpo, sus sentidos y sus sensoriales "interiores" y el cerebro. Estamos no sólo en continuo diálogo con el exterior, pero también con nosotros en nuestro interior (hormonas sexuales incluidas). Y es a partir de este diálogo, que compara el interior con el exterior, donde nace la percepción del yo. Parece más claro por lo tanto que no existe un nivel "psicológico" desenganchado por lo corpóreo y que lo corpóreo es psico-corpóreo: esta relación dentro y extrapersonal es la fuente de la plasticidad y la modulación del cerebro que mientras tanto mantiene en condiciones fisiológicas una percepción de la unidad individual.
Sobre el tema del cerebro como órgano y autoconciencia habría mucho que decir: los que quieran profundizar el consejo de leer los escritos científicos del Dr. Antonio Damasio, sobre la complejidad y el no agotamiento bio-neurológico de la persona
9. Proceso de identificación psicológica
Desde el punto de vista psicológico, se nos dice que hay un proceso de sexuación psíquica. En este punto, encuentro una correspondencia razonable entre lo que he estudiado como médico y la experiencia personal de mujer, esposa y madre. Antes que nada, debemos subrayar la capacidad de "hacer propia" la identidad sexuada biológica, o bien de integrar con una capacidad cognitiva modulada afectivamente la pertenencia a una fecha experiencia concreta: ser sexuado en un sentido masculino o femenino.
Es un proceso continuo que pasa por experiencias prerracionales: es la experiencia de haber succionado la leche de un pecho en lugar de un biberón, de haber sido cuidada, limpios de caca y de pis, de haber sido capaz de controlar la esfínteres, haber aprendido a caminar, haber recibido sonrisas a las que respondimos, haber llorado ante un rostro extraño, haber sido consolado, abrazado, calentarse cuando hacía frío o frío cuando hacía calor... Todas estas experiencias, que pasan por el cuerpo, son prerracionales y contribuyen a formar la identidad. Esto significa que la transexualidad no es una enfermedad biológica, sino la des-percepción psicológica de ser lo que somos en un cuerpo dado, es decir, estar en el cuerpo equivocado (sentirse masculino siendo una mujer, sentirse como una niña siendo un niño). El transexual aparentemente tiene claro lo que es un hombre y lo que es una mujer, pero quiere convertir el cuerpo en lo que "siente" ser. Es una forma de rechazo "psicológico" con respecto a la realidad biológica y de hecho se llama disforia de género (GID, Gender Identity Disorder).
10. ¿Es la homosexualidad un tercer sexo biológicamente demostrable?
Debe enfatizarse que en el clima cultural actual, toda pregunta sobre la "génesis" de la homosexualidad está estigmatizada como homófoba.
Ante todo, debe decirse que no tenemos datos científicos que respalden la idea de que la homosexualidad (mejor definida como SSA, same sex attraction, atracción para las personas del mismo sexo) es un tercer sexo. En este punto se refieren a los sitios que ahondar más precisamente la literatura científica disponible sobre los gemelos idénticos. El estudio ayuda a establecer que la SSA no es innata: si había un nativismo biológico, debería encontrar la concordancia de la orientación homosexual, cosa que en cambio sólo está presente en pequeñísimos casos. Otro mantra es que el SSA sea un rasgo inmutable e irreformable: esto no es cierto, como lo indican las entrevistas llevadas a cabo en tiempos posteriores por la misma muestra de personas con respecto a la orientación sexual percibida por ellos. Son los propios sujetos quienes declaran la modificación de su orientación, no porque hayan hecho curarse pero porque la orientación no es estable e inmutable. La SSA puede ser una etapa, sigue siendo una tendencia, una adaptación relacional que se puede experimentar subjetivamente como agradable (un ego sintético) o no bienvenida en el sentido de que el sujeto la percibe como no deseada. Para la homosexualidad la única definición en sentido científico sigue siendo SSA (Same Sex Attraction).
11. Algunas observaciones finales
No es dada sexuación psíquica en ausencia de un cuerpo. Por lo tanto, emana como extensión, interiorización e integración de la corporeidad en la vida psíquica. No son mis palabras, es el psicoanalista Tony Anatrella a decir que la sexuación psíquica pasa por los sentidos y el cuerpo.
También deben ser citadas los conocimientos consiguientes por el descubrimiento de las neuronas espejo: cada uno de nosotros, sencillamente viendo, internaliza experiencias, esquemas motor y patrones conductuales. Indudablemente la identidad sexual es relacional y adaptativa. Finalmente, me gusta referirme al punto de vista psicoanalítico de Freud, según el cual cada protuberancia y cavidad del cuerpo nos marca, y tiene significados simbólicos no indiferentes. Pienso que es sensato reconocer que la palabra es "terapéutica" y que no vivimos sin palabras: nosotros también hemos enseñado las observaciones de los enfermeros pediátricos en orfanatos en los que los niños, aunque atendidos en términos de comida y ropa, murieron como si fueron descuidados, es decir, no los abordamos hablando o involucrándolos en un evento "emocional".
El hombre también se nutre por el contacto, pero sobre todo de la palabra hablada. Existen contribuciones psicoanalíticas de Melanie Klein a Donald Winnicot, a Erikson centrados en la importancia de la figura materna y paternal en la fundación de la identidad de cada hijo en los primeros años, si no hasta en los primeros meses. Me gustaría enfatizar eso. Si tiramos este patrimonio psicoanalítico, tiramos todo, porque en todo caso no se puede negar razonablemente sobre la base de la experiencia, también científica, que las observaciones inherentes a la importancia de acontecimientos de que no tenemos conciencia o memoria racional nos constituyen en la profundidad.
Deseamos un "gozo." Pero el deseo, si no se enfrenta con el límite, se convierte en neurosis, psicosis, enfermedad, locura. Esto se aplica también y sobre todo a la diferencia entre sexos. Lacan es un autor que ya había predicho que el salto en la tecnociencia de la reproducción (fue llamado así) no era indiferente desde el punto de vista simbólico. Intuyó que para la construcción de un ser humano es muy diferente saber que creciste en un útero, que conociste a otro cuerpo, en lugar de un tubo transferido a una estructura de otro tipo (que también podría ser un útero en alquiler). También subrayó que la tecnociencia tiene su propio lenguaje y su modalidad de señalar lo psíquico. Todo esto está correlacionado con el consumo actual de tecnociencia y también con el negocio, que está detrás de las técnicas de reproducción asistida médicamente.
Es allí donde se reproduce el autentico ser humano, porque el impulso se mide por la posibilidad de elección, luego por el ejercicio de la libertad y la voluntad, con un escrutinio racional, emocional y ético: el flujo real de comportamiento es el resultado de este filtro. Luego el impulso en él mismo no se acaba, no connota de modo adecuado lo humano; si olvido la libertad y la posibilidad de analizar, valorar, si olvido la razón no cojo lo que el hombre es.
De ahí surge la importancia de las elecciones de valores, es decir, de la ética que nunca es neutral. Cuando la teoría del género nos ofrece la disolución del concepto de fisiología/norma y patología/desviación, nos invita a una revolución basada en la deconstrucción cultural y lingüística que quiere ignorar lo biológico y, en realidad, hace un juego peligroso e irrazonable, porque enuncia estas cosas salvo luego someter lo biológico a sus objetivos, es decir a su deseo que pretende incoercible.
Señalo una última locura, es decir el congelamiento farmacológico de la pubertad en los niños en comparación con su género (afectividad de disforia, pediátrico), de modo tal que puedan elegir a cuál sexo pertenecer sin el "estrés" representado por el desarrollo puberal fisiológico: ésta es la propuesta de una estructura sanitaria que ha querido seguir en el 2013 la clínica Tavi en Toscana - disponibilidad de Londres hizo en el 2011.
Un vasto y creciente corpus de pruebas genéticas, neuro-fisiológicas, psico-conductuales, sociológicas confirman que la clasificación sexual es mucho más que una construcción social. Mucho más, tanto que todas las culturas, aunque geográficamente diversas, protegen y regulan esta diferencia sexual, incluso con modalidades diferentes, a confirmación de la evidencia que en aquel misterioso aparato de que mana la identidad (unidual) en aquel dispositivo separado ontológicamente y binario, hay un valor fundamental de tutelar y salvaguardar. El verdadero problema de la teoría de género -que no llamaría teoría, sino realmente ideología- es que introduce un criterio de incomunicabilidad total: en la incomunicabilidad, la imposición será necesaria con la violencia, porque lo que es incomunicable, y por lo tanto no comprensible, solo puede ser impuesto.
Es necesario estimular un debate antropológico-científico publico sobre la diferencia entre hombre y mujer, entre macho y hembra, que no debe ser leída como desigualdad de derribar sino como la posibilidad de una fecunda relación.